miércoles, 13 de enero de 2016

Por la Democracia. Contra la Censura


Defender la Libertad de Prensa, no la “impunidad de empresa”


Masiva demostración de apoyo a la libertad de expresión en Plaza de Mayo, simbolizada en el respaldo a Víctor Hugo y equipo, por haber sido despedido sin justificación alguna de Radio Continental, en un acto más de censura que el Gobierno desconoce y niega. Como niega la realidad, mientras construye “verdades” a través de los medios hegemónicos que lo llevaron al poder formal.


Como único orador expresó en un mano a mano con las personas presentes -como si estuviera en la radio-, su repudio a los despidos de los trabajadores estatales (que continúan en todo el país y en todos los organismos) y también a la represión ejercida contra los trabajadores en la ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires.

No tienen derechos a echar a esa gente. Quiero pedir por los trabajadores echados del Senado de la Nación. Por la gente de la ciudad de La Plata, por los trabajadores apaleados por una represión que quiere ocultar y por eso tratan que no haya un periodismo desobediente”, manifestó en uno de los tantos momentos fuertes de los aproximadamente veinte minutos en los que se expresó ante la multitud.

Lo acompañaban, en un escenario improvisado, Madres de Plaza de Mayo, funcionarios del gobierno anterior, diputados, artistas, el repuesto titular del AFSCA por orden judicial aunque no autorizado a ingresar a cumplir sus funciones -desconociendo el Poder Ejecutivo el fallo judicial- Martín Sabbatella y el ex Juez de la Corte Suprema de Justicia, Eugenio Zaffaroni, entre otros.

Víctor Hugo Morales puso de relieve la difícil situación que atraviesa el periodismo y arengó “a luchar contra las grandes corporaciones, contra el poder real”. E hizo un esclarecedor estado de situación cuando cuestionó la decisión de Mauricio Macri de sacar de la TVP el programa “6,7,8”, que representa un recorte a la tan prometida y no cumplida pluralidad de voces. Porque con la censura anticipada ya en épocas de elecciones “unos podrán ver Canal 13, pero los que quieren ver “6,7,8” no lo podrán hacer”.

En este punto es claro lo expresado por el relator, conductor y periodista, porque en los últimos doce años -hasta el 10 de diciembre- no se cerró canal, editorial e imprenta alguna, no se “dejó de renovar contratos” -como les gusta decir, en lugar de censura-, no se presionó ningún canal privado -ni púbico-, no se llamó a ningún director para que se despida a alguien que no le caía bien al gobierno; por el contrario, programas que lejos de ser realizados por “periodistas independientes”, desataron una verdadera batalla cultural, principalmente después del conflicto por la 125, recrudeciendo la ofensiva luego de la aprobación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.


La incoherencia del relato que Mauricio Macri quiere imponer a fuerza de repetirlo en los medios que lo presentaron en sociedad, queda al descubierto en sus propias palabras; como hoy, cuando en conferencia de prensa negó que tuviera alguna responsabilidad en el despido y la censura del periodista Víctor Hugo Morales. 

Manifestó que su gobierno “no está abocado a ver qué periodista trabaja en qué medio, programa de radio y televisión”, pero dos segundos después mostró la hilacha al decir que “me apoyó en muchas ocasiones -algo que Morales desmintió luego-, antes de convertirse en un fanático kirchnerista pos sanción de la ley de medios”. ¿Esa expresión no es persecución ideológica? ¿No era que no iba a opinar de periodistas ni programas?

La impunidad de distorsionar la realidad, construyendo verdades falsas, es la parte esencial del programa de gobierno.  Sin ella, no se puede distraer a la población para que acepte la vulneración de sus derechos sin protesta masiva. Pero dejemos que un párrafo de la muy buena nota de Jorge Alemán[1] cierre esta crónica de un día anunciado:

“…En esta nueva mutación del capitalismo, que denominamos neoliberalismo, la disyunción totalitarismo o democracia se ha vuelto opaca y enmascara una nueva cuestión, que las verdaderas decisiones que toman los mercados no son nunca votadas, y que es el neoliberalismo el que funciona como un dispositivo con pretensiones totalizantes, tanto intentando cerrar toda brecha social que muestre la heterogeneidad inevitable de lo social, como el de negar cualquier antagonismo con el nombre de ‘grieta’, ‘crispación’ y finalmente denunciando como ‘totalitaria’ a las experiencias populares que por desear no seguir los pasos del Amo corporativo necesitan sostenerse en un discurso ideológico que exige una militancia social que va más allá de la vida institucional, vida, que hasta el momento de las experiencias contrahegemónicas populares, desfallecía en un inmovilismo inerte”.


[1] Psicoanalista y escritor, publicó una nota de opinión en Página/12, el 12-01-16, que recomiendo leer en su totalidad, denominada “Neoliberalismo: totalitarismo y democracia” de la cual me he apropiado de la frase descrita (www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-290108-2016-01-12.html)

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