“La prensa nos dice todos los
días que su libertad es imprescindible para el desarrollo de la sociedad
humana, y nos propone sus beneficios por oposición a los sistemas que las
restringen por medio del estatismo. Pero nos oculta la naturaleza de esa
libertad, tan restrictiva como la del estado, aunque más hipócrita, porque el libre acceso a las fuentes de información
no implica la libre discusión ni la honesta difusión, ya que ese libre acceso se condiciona a los
intereses de los grupos dominantes que dan la versión y la difunden.” (Arturo
Jauretche, “Los Profetas del Odio y la yapa. La colonización pedagógica, Peña
Lillo editor, pág. 223, novena dedición, septiembre de 1984, Buenos Aires,
Argentina).
La frase de Arturo Jauretche sigue
tan vigente como entonces -primera edición, 1957-; mientras se interviene el
símbolo más vivo de los años del Terrorismo de Estado, la ex Escuela Superior
de Mecánica de la Armada (ex ESMA), todavía Espacio para la Memoria; se
interviene la economía, con una re-distribución de los recursos en favor de las
minorías y en perjuicio del Pueblo; se unifica la Policía Federal con la
Metropolitana; se interviene el Poder Judicial y se desoyen los fallos que
nulifican las intervenciones en organismos aprobados por el Poder Legislativo
-como en la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca)
y la Autoridad Federal de Tecnología de la Información y las Comunicaciones
(Aftic)-, los medios hegemónicos entretienen con total impunidad a la audiencia
con una “supuesta” fuga de personas acusadas de homicidios relacionados con el
tráfico de estupefacientes prohibidos y cuestiones del espectáculo local,
revelando los verdaderos “intereses de los grupos dominantes que dan la versión
y la difunden”.
Por Daniyel Iustus
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