Segunda Fundación del Proceso de Reorganización Nacional
El
país se organiza como nación sobre fines del siglo XIX, con la denominada “generación del ´80” que crea un
orden conservador político basado en una república restrictiva y un orden
económico agroexportador, con Ley de Residencia para poder expulsar habitantes
del mundo que querían poblar el suelo argentino, represión a los obreros en la
Patagonia y una semana trágica represiva que se cargó el entonces presidente
Hipólito Yrigoyen. Continúa el orden conservador y, a falta de candidatos
“republicanos”, instaura el golpe cívico-militar el 6 de septiembre de 1930. El
pacto Roca-Runciman de 1933, subordinando los intereses de todos los argentinos
a las decisiones británicas, es el mejor ejemplo de qué país quería la
oligarquía republicana conservadora.
El
malestar del pueblo trabajador que empezaba a ser reconocido en sus legítimos
derechos mediando la década del cuarenta cortó de cuajo la ecuación política,
económica, social y cultural del orden conservador y, desde el año 1946, con la
asunción del movimiento peronista al
poder, el proceso organizador nacional republicano conservador oligárquico
sufre su primera y estruendosa derrota en el siglo XX.
Insoportable,
insufrible, ahogante por sus medidas de
inclusión social y apertura hacia una democracia popular en crecimiento, la ya
rancia oligarquía destituye en 1955 al gobierno legítimo re-elegido en 1952 y
comienza una etapa de fusilamientos, persecución ideológica y destierro de
cualquier situación, vocablo o mención de un cambio popular y nacional.
Nuevamente,
sin candidatos “republicanos decentes” a la vista, una sucesión de golpes y
autogolpes cívico-militares desembocan, ahora sí en 1976, en el primer “Proceso de
Reorganización Nacional”. Reorganización pensada sobre las bases políticas
restrictivas, la represión social y la ubicación económica dependiente,
inspiradas en 1880.
La
forma de llevar a cabo este propósito desemboca en la represión, muerte,
desaparición de personas y tortura más impresionante de Argentina. Abre, al
mismo tiempo, las puertas al neoliberalismo económico que termina destruyendo a
la nación Argentina y hundiéndola en lo más profundo de su existencia, casi al
punto de perder su soberanía.
La
reconstrucción del país llegó con el gobierno de Néstor Kirchner que, con
inusitada mínima legitimidad en los votos que recibió, la obtiene en la acción
reparadora, reconstitutiva y formadora de derechos ninguneados en más de medio
siglo.
No
dejando los principios y convicciones en la puerta de la Casa Rosada, le asesta
un golpe furibundo al Proceso de Reorganización Nacional iniciado en 1976,
continuado en 1989 y sin gobernanza desde 1999 hasta su hecatombe en diciembre
de 2001.
Cristina
Fernández de Kirchner continúa desde 2007 la profundización del proyecto
social, político, económico y cultural iniciado en mayo de 2003, siendo reiteradamente
combatida personal, política y socialmente, para restaurar nuevamente el orden
conservador de una república oligárquica y restrictiva. Los medios de
comunicación concentrados (cómplices de la dictadura cívico-militar) y los
grupos externos del poder financiero y político mundial arman y presentan un
candidato y un partido de la “gente”. Y ganan por menos de tres puntos y en
ballotage las elecciones presidenciales de 2015.
Con
una legitimidad recortada por el 49% de los votos en contra, dilapidada además
en apenas 80 días de gestión en los cuales realiza una transferencia de
recursos desde las personas empoderadas durante doce años hacia los medios
económicos concentrados, devaluando, desarmando programas sociales y
culturales, despidiendo a casi 100.000 personas (entre empleados del Estado y
empresas privadas), entregando soberanía económica cerrando un trato con los
buitres -ahora denominados holdouts- y endeudando al país descomunalmente en
proporciones inauditas, hoy, 1° de marzo, dio por comenzado oficialmente el
segundo Proceso de Reorganización Nacional.
El
“otro” político es el responsable de todos los males que aquejan al país. Como
en el ’55, es necesario depurar política, social, económica y culturalmente
todo el Estado Social de Derecho de cualquier persona o símbolo que implique
volver a políticas sociales, de derechos humanos y de distribución equitativa del
ingreso.
La
restauración de la República conservadora está en marcha. La resistencia será
nuevamente la herramienta política que deberemos blandir para evitar la
profundización comenzada desde antes de la asunción del nuevo mandatario.
El
ceoliberalismo del siglo XXI es la nueva cara del liberalismo del siglo XIX y del
neoliberalismo del siglo XX. La ideología es la misma, el modelo económico
también. La exclusión social, la necesaria herramienta para “sincerar”
nuevamente las relaciones de poder.
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