jueves, 24 de marzo de 2016

40° Aniversario del Golpe Cívico, Militar, Empresario y Eclesiástico





Una lucha permanente

La madrugada del 24 de marzo de 1976, hace cuatro décadas, la Plaza de Mayo se encontraba así de desolada; símbolo de la larga y oscura noche que se avecinaba. Se instalaba en Argentina, de facto, con toda la brutalidad inimaginable hasta ese entonces, un sistemático vaciamiento ideológico, con la intención de re-fundar la Nación. El gobierno de facto se autodenomina “Proceso de Reorganización Nacional”. Todas las palabras asumen la intención de desterrar en forma definitiva cualquier atisbo popular, especialmente direccionado hacia “el hecho maldito de la Argentina”, como gustaban decirle: el peronismo.

Este gobierno de facto asume la responsabilidad, como herramienta ejecutora de la complicidad empresaria, mediática y eclesiástica, de iniciar un Proceso institucional  de Reorganización del sistema político, bajo los valores inspiradores del “orden y el progreso” de la organización Nacional efectuada en la década del ochenta del siglo XIX.

Es cierto que el escenario local, regional y geopolítico ya no es el de aquél siglo; sin embargo, la carencia de densidad nacional histórica que abortó cualquier intento de conformar una burguesía industrial nacional fortaleció a la oligarquía agrícola ganadera que, sobre el último cuarto del siglo XX, ingresará al mundo globalizado y al fundamentalismo del mercado de la mano protectora de los Estados Unidos, que instaura en todo el continente sudamericano gobiernos militares que resguardan los intereses conservadores empresarios, eclesiásticos y de clase. En este sentido se implementa la ideología neoliberal: liberalismo clásico nuevo impuesto con disciplinamiento sociopolítico y libertad del mercado de capitales. La represión, entonces, se hace necesaria.

Como la intención era refundar las instituciones políticas y tomar el mando de las variables económicas, no se trataba de un golpe más; era el último golpe que verdaderamente desterraría la conciencia colectiva -expresada mayoritariamente en el movimiento peronista- que impedía el desarrollo nacional a través de los mercados y su libertad de acción, desde febrero de 1946. Ya no se trataba de conseguir algún político que domara al movimiento peronista, le prohibiera su participación en el sistema y lo tuviera a raya. Ahora se trataba de cambiar el sistema político nacional en el marco de la guerra fría llevada a cabo por los Estados Unidos y la hoy ex Unión Soviética, por lo que el grado de violencia institucional y la impunidad manifiesta desembocaría en el accionar delictivo direccionado desde el terrorismo de Estado.

Suspendida la Constitución, desactivado el poder legislativo, abusando del ejercicio legítimo de la violencia, el Estado terrorista desparrama sus “grupos de tareas” por todo el país y ejecuta el accionar estatal y paraestatal por fuera de las leyes y las garantías del debido proceso, secuestrando, matando, desapareciendo personas, apropiándose de menores y bienes materiales; desencadenando en definitiva una diáspora generacional que costó muchas décadas reconstruir. El objetivo era arrasar con cualquier atisbo de compromiso político y social, evitar la transmisión cultural de generación en generación y sentar las bases de una sociedad de consumo, sin ideología, sin compromiso político y proclive a entretenerse de forma individual.

El Proceso de Organización Nacional de 1880 se asentó en las “Bases” liberales y positivistas que dieron creación a un Estado liberal de derecho, reflejado por Alberdi. El Proceso de Reorganización Nacional de 1976, se afirmó en las “Bases” del neoliberalismo que dieron fuerza al surgimiento de un Estado Gendarme del capital financiero que bajo la idea de la globalización y la promesa del derrame de riqueza, sólo trajeron violaciones a los derechos humanos, miseria, pobreza, endeudamiento externo, desmantelamiento industrial, desempleo e hiperinflación.

Como la única batalla que se pierde es la que se abandona, los organismos de derechos humanos -Madres, Abuelas, Hijos y familiares de personas detenidas y desparecidas por motivos políticos, principalmente- mantuvieron la lucha persistente y sistemática hasta el año 2003 que los derechos humanos fueron finalmente política de Estado y el Nunca Más de 1985 se transformó en Memoria, Verdad, Justicia e Inclusión Social.

La imagen que inicia estas meditaciones, una Plaza de Mayo desolada en la madrugada, en las primeras horas del 24 de marzo de 1976, se ha vuelto a repetir a casi 40 años de aquél día. El pasado 23 de marzo de 2016 a la madrugada, en las primeras horas de ese día, la Plaza de Mayo también estuvo desolada, oscura, sin posibilidad de ser transitada, cercada debido a la llegada del presidente de Estados Unidos de Norteamérica, Barack Obama.

Cuarenta años, dos imágenes, una larga noche histórica, un destello de luz que perforó la oscuridad y que en un diámetro de doce años transformó los derechos humanos en política de Estado, la construcción de un relato histórico y una lucha permanente se evocarán en pocas horas. Con una Plaza bañada por el Sol, desbordada de personas, para que nuevamente los más de treinta mil compañeros detenidos desaparecidos presentes ingresen a la Plaza del Pueblo con sus madres, en una bandera que simboliza el legado que supieron dejar y que con orgullo seguiremos sosteniendo.


Por más Memoria, Verdad, Justicia e Inclusión, Nunca Más

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