Buen viaje Don Aldo
El pasado martes 8 de
marzo emprendió un viaje eterno Aldo Ferrer.
Un economista coherente con sus principios y convicciones. Conocí su obra por
primera vez allá por el año dos mil, cuando tuve que hacerme cargo de una cátedra
en una universidad privada. La materia se llamaba “Política y Economía Mundial”
y los libros de Ferrer “Historia de la Globalización” y luego, “Historia de la
Globalización II”, fueron de obligatoria lectura durante los quince años en que
dicte clases en ese curso. No sólo no perdían vigencia año tras año, sino que resultaba
cada vez más indispensable leerlos. Igual que hoy, en estos momentos tan aciagos
para la economía política argentina.
Entendí el funcionamiento de la economía política
gracias a Don Aldo y su vasta obra; sus artículos en distintos diarios me
iluminaban -y aún me iluminan- el panorama; sus cortos documentales “Economía
para todos” sobre la economía argentina en Canal Encuentro, aportaron la imagen
y la voz para el desempeño pedagógico.
Tuve la suerte de cruzar
con él unas pocas palabras el 22 de agosto de 2013, en la Facultad de Ciencias
Económicas, cuando fui a escucharlo a una conferencia junto a otros economistas.
Casi cuando me estaba yendo lo vi salir del auditorio, con su sombrero
en mano; me acerqué, lo saludé y le agradecí por haberme introducido tan claramente en la economía
política, gracias a sus obras. Ahí me animé y le solicité si podía firmar mi
ejemplar de “Historia de la Globalización” y, sonriendo asombrado al ver su obra de hace
tantos años, accedió muy amablemente a dedicármelo.
Mi homenaje es seguir
difundiendo su palabra y, muy especialmente en estos días, donde se debatirá en
el Congreso el pago a los buitres, es necesario leer su pensamiento al respecto.
Con ese fin, escogí el artículo siguiente publicado en un matutino, hace apenas
un mes y medio, donde advierte el peligro de negociar con miedo. Espero lo
disfruten.
¡Gracias Don Aldo!
“La
negociación con los buitres”[1]
Por Aldo Ferrer
La cuestión central en el conflicto con los buitres
es la respuesta al siguiente interrogante: ¿su resolución es indispensable o
solo conveniente para el curso futuro de la economía argentina? En el primer
caso, se impondrá la demanda de los buitres y la negociación es, en realidad,
una ficción. En el segundo, la negociación es real porque puede no haber
acuerdo, si el costo de la demanda de la contraparte es mayor que sus
beneficios.
La evidencia es abrumadora en el sentido de que los
buitres son un problema de segunda importancia y, por lo tanto, que el arreglo
es conveniente pero no indispensable. Por las siguientes razones:
1. En los canjes de 2005 y 2010, Argentina logró la
reestructuración de deuda soberana más exitosa de la historia, sin pedirle nada
a nadie. Es decir, sin la participación del FMI ni el visto bueno de los
mercados financieros. La deuda pendiente no alcanza a 3000 millones de dólares,
menos del 8 por ciento del total de la declarada en default en la crisis del
2001. El supuesto aumento de la pendiente a 12.000 millones de dólares, por
intereses caídos, ignora que el pago a los buitres habría desarmado la
reestructuración de la deuda e implicado un premio a la especulación y el
castigo, a la inmensa mayoría de los inversores, que facilitaron la
recuperación de la economía argentina. Estaríamos, otra vez, como en la crisis
del 2001.
2. Hace una década que los fondos buitre, tenedores
del 50 por ciento de la deuda pendiente, vienen litigando contra el país.
Plantearon el embargo de bienes argentinos, en alrededor de 900 demandas en
diversos países. El hecho más sonado fue el de la fragata Libertad. No tuvieron
éxito en ningún caso. El país mantiene relaciones económicas normales con todo
el mundo. Los buitres son especuladores despreciados en el escenario mundial.
Operamos en un orden internacional, dentro del cual la inmunidad soberana de
los Estados pone límites a la extrapolación de la jurisdicción de tribunales
nacionales sobre terceros países. La razonabilidad de la posición argentina ha sido
respaldada por la Asamblea General de las Naciones Unidas y la opinión de los
analistas más destacados en el escenario internacional.
3. Los problemas principales de la economía están
en la esfera interna: el déficit del comercio de manufacturas de origen
industrial y la consecuente restricción externa, la inflación, el desequilibrio
fiscal, entre otros. Ninguno se resuelve por el pago a los buitres.
4. El conflicto obedece a la ausencia de normas
internacionales para resolver los default de deudas soberanas. La exitosa
reestructuración de más del 92 por ciento de la deuda en default cumple con
exceso los límites para la resolución de las quiebras en las jurisdicciones
nacionales. Las dificultades de tenedores de deuda reestructurada para recibir
los pagos realizados por el gobierno argentino es responsabilidad de quien
provoca la interrupción de la cadena de pagos.
5. La suposición de que después del arreglo con los
buitres llegarán las inversiones es una ficción. Ningún inversor, argentino o
extranjero, que tenga un buen proyecto, deja de realizarlo por el conflicto con
los buitres. El buen “clima de inversiones” depende de la gobernabilidad de la
economía, la paz social, la seguridad jurídica, los espacios de rentabilidad y
el ritmo de transformación de la estructura productiva para incorporar
tecnología y agregar valor.
6. El pago a los buitres no es suficiente para que
las agencias evaluadoras de riesgo mejoren la calificación de la deuda
argentina, con la consecuente baja de la tasa de interés. Es previsible que
exigirán, además, un plan económico y financiero respaldado por el FMI.
Es por estas y otras razones que el acuerdo con los
buitres no resuelve ningún problema fundamental ni garantiza la baja de la tasa
de interés y la entrada de inversiones extranjeras. En resumen, el acuerdo es
útil, porque remueve algunos obstáculos, pero no indispensable.
¿Cuáles deberían ser los límites de la oferta
argentina? Los mismos que los de los canjes de 2005 y 2010, como lo planteó el
gobierno anterior. Es una oferta generosa. Representa una excelente ganancia
para los buitres, considerando el precio ínfimo al cual adquirieron sus títulos
y los costos y pérdida de tiempo, que soportó el país, por pleitear con los
buitres. Cuanto mayor sea el desvío de la próxima oferta del Gobierno respecto
de ese límite, peor será la calificación que merecerán los actuales
negociadores, en términos de la defensa del desarrollo, los derechos y la
soberanía de la Argentina. El contenido del acuerdo revelará la inspiración del
actual gobierno respecto de la autonomía de la política económica y la
soberanía.
El Gobierno no debe hacerse ilusiones de que un
acuerdo satisfactorio es posible por la “razonabilidad” de los buitres. El
rechazo de estos al necesario carácter público de las negociaciones es un
primer ejemplo. Para defender con eficacia el derecho y los intereses del país
es indispensable que el Gobierno asuma la posibilidad de que no se alcance un
acuerdo razonable y, los buitres, tomen nota que, en definitiva, no cobrarían
nunca.
La negociación con los buitres es un primer paso en
la definición de la estrategia de financiamiento internacional. Está planteada,
al mismo tiempo, la alternativa de ratificar la soberanía recuperada con la
cancelación de la deuda con el FMI o volver a solicitar su asistencia, con las
condicionalidades incluidas. Es preciso, por lo tanto, que el Gobierno
explicite la totalidad de su política de financiamiento internacional y la
procese por las vías institucionales correspondientes.
Durante la Guerra Fría, el presidente Kennedy
afirmó: “Nunca hay que tener miedo de negociar y nunca hay que negociar con
miedo”. No hay razón alguna para que los negociadores del nuevo gobierno actúen
con “miedo”. Es decir, que supongan que el arreglo con los buitres es una cuestión
de “vida o muerte”. Existe un nivel de deuda externa pública y privada entre
los más bajos del mundo y los bancos están rentables, con carteras sólidas,
fondeados en pesos, sin burbujas especulativas ni descalce de monedas.
Podríamos estar más fuertes si conserváramos el “superávit gemelo” en el
presupuesto y el balance de pagos y aumentaran la reservas internacionales. De
todos modos, el país conserva la fortaleza suficiente para negociar sin miedo
ni urgencias.
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