miércoles, 3 de febrero de 2016

El futuro de nuestro pasado presente - Quinta Entrega

Doctrina de Seguridad Nacional y Consenso de Washington



En el mientras tanto, es decir, mientras la economía bipolar existía, los países periféricos resistían los embates de la economía mundial. Latinoamérica y en ella, Argentina, no eran ajenos a estos movimientos cíclicos.

En 1970, con la crisis energética y del petróleo; y, en la década del ochenta, con la imposición del endeudamiento externo sistemático que sólo se pudo aplicar a través de gobiernos cívico-militares en la región, el discurso ideológico, político y cultural de dominación fue la Doctrina de Seguridad Nacional.

Todavía hasta ese momento la asociación entre capital y trabajo, aunque despareja, injusta y desigual desde su origen, era necesaria para la corporación empresaria. El producto y su calidad, la mercancía, era lo transable en el mercado de economía liberal. Pero desde la mitad de la década del ochenta, más precisamente desde el nacimiento de las políticas neoliberales del “Consenso de Washington” impulsadas desde los gobiernos estadounidense y británico de Ronald Reagan y Margaret Thatcher respectivamente, “lo virtual”, “lo irreal”, “lo que no existe”, será el núcleo de las transacciones y el resurgimiento de “burbujas” financieras cada vez más profundas y en períodos más cortos. El capital se desliga del trabajo. No lo necesita más como sistema de acumulación. Muta, se transforma en acumulación de capital financiero; y, si el capital no necesita de la mercancía para desarrollarse, no necesita tampoco mano de obra calificada.

Nuevamente la burguesía necesita de un discurso legitimador que le permita presentarse ante la sociedad con el mejor y más benigno sistema posible de realizar: el capitalismo. En este caso, las políticas neoliberales del “Consenso de Washington” serán presentadas como lo “único” posible y el discurso hegemónico fundamentalista de mercado prende en las cúpulas gobernantes de los Estados subdesarrollados y en desarrollo. Élites dominantes construidas por burguesías extranjerizantes y oligarquías que supieron resistir los embates de cambios que amanecieron en los últimos años de la década de los años sesenta y en los primero años de la de los setenta, viven su fiesta.

En latinoamérica en general y en Argentina en particular las políticas del “Consenso de Washington” se llevaron a cabo puntualmente: desregulación total del mercado de capitales, privatizaciones de empresas del Estado y de la exploración y explotación de los recursos naturales, endeudamiento externo, ajuste fiscal, etc. O sea, las famosas “recetas” del FMI[1] que no sólo no “derramaron riquezas” en los países que las llevaron a cabo como profetizaban los especialistas económicos legitimadores de las políticas neoliberales -encabezados por Milton Friedman[2] y los “Chicago boys”-, sino que aumentaron su recesión económica, profundizaron la brecha entre ricos y pobres y fragmentaron las distintas sociedades latinoamericanas, transformando a la población de nuestro continente en el más desigual del mundo, a pesar de la riqueza de sus recursos naturales y la capacidad de generar alimento para todos sus habitantes.

El terreno se había abonado con anterioridad, tal como lo describen en sus obras Naomi Klein[3], Joseph E. Stiglitz[4], Ulrich Beck[5], Paul Krugman[6] y Aldo Ferrer[7], entre los más destacados de una larga lista de intelectuales, economistas, filósofos, políticos y educadores, críticos de la instauración de la globalización financiera en los países del tercer mundo, periféricos o en desarrollo.


[1] El FMI, en este período, desvirtúa las directivas surgidas del acuerdo de Bretton Woods y vulnera la soberanía económica de los Estados imponiéndoles políticas y planes económicos para poder seguir recibiendo créditos internacionales, asegurando el cobro de deudas a sus acreedores.
[2] Economista estadounidense (1912-2006). Premio Nobel de Economía en 1976, junto a Henry Simons y F. A. Von Hayek, es el principal representante de la llamada Escuela de Chicago, grupo de economistas que considera que los mercados competitivos libres de la intervención del Estado contribuyen a que el funcionamiento de la economía sea más eficiente. Considerado uno de los más grandes economistas de su época, sus postulados fueron la base de las políticas neoliberales que se establecieron en algunos países en la década de 1980: fueron adoptados por el Gobierno chileno del general Pinochet, por el Gobierno Reagan en EE.UU. y por el de Margaret Thatcher en el Reino Unido. De hecho, en las ideas de Friedman y, en general, de la Escuela de Chicago, se halla el fundamento teórico del denominado ceoliberalismo actual.
[3] Periodista canadiense que explica el desarrollo de la globalización en sus tres obras más difundidas: “No logo. El poder de las marcas” (Paidós, 2002); “Vallas y ventanas” (Paidós, 2002) y “La doctrina del shock” (Paidós, 2008).
[4] Premio Nobel de la Economía en 2001, asesor económico del gobierno de Bill Clinton, profesor en la Universidad de Columbia, economista jefe y vicepresidente del Banco Mundial, describió en sus primeras obras, “El malestar de la globalización” (Taurus, 2003) y “Los felices 90. La semilla de la destrucción” (Taurus, 2003), el desarrollo de las políticas neoliberales desde el riñón del Consenso de Washington.
[5] Profesor de Sociología en la Universidad de Munich, explica en sus obras “¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización” (Paidós, 1998) y “La democracias y sus enemigos” (Paidós, 2000) la globalización desde la óptica europea.
[6] Premio Nobel de Economía en 2008, profesor de economía y asuntos internacionales en la Universidad de Princenton, autor de una columna bisemanal en la página editorial del New York Times y de un blog diario llamado “La conciencia de un liberal”, elegido el Columnista del Año por la revista Editor and Publisher y poseedor de una página en Internet (www.krugmanonline.com) explica la última crisis desde la Gran Depresión de 1930, en su obra “De vuelta a la economía de la Gran Depresión y la crisis de 2008” (Grupo Editorial Norma, 2009).
[7] Economista y político argentino, Doctor en Ciencias E


conómicas (UBA), profesor de Economía en la Universidad Nacional de La Plata y en la de Buenos Aires, ex funcionario de la Secretaría de las Naciones Unidas  y ex agregado económico de Argentina en la embajada de Londres,  ex Ministro de Economía y Hacienda de la provincia de Buenos Aires, ex coordinador de la Comisión Organizadora del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, ex primer Secretario Ejecutivo de CLACSO, ex Ministro de Obras y Servicios Públicos de la Nación, ex Ministro de Economía y Trabajo de la Nación, ex presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires, en la actualidad es integrante del Plan Fénix y Director Editorial de Buenos Aires Económico, además de ser uno de los economistas más activos en la denuncia de los efectos negativos de los fenómenos globalizadores sobre los países periféricos.

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