No es fácil suplantar el paradigma liberal
Desmontar
este paradigma de relaciones de poder ha sido y es monumental. Sobre fines del
siglo pasado y hasta la crisis económica global de 2008 un resurgir
latinoamericano posicionó a gobiernos y líderes populares en firme desafío al
paradigma vigente y en crisis. La región latinoamericana, con su mochila de
experiencias y sufrimientos a cuestas, modificó, fisuró el esquema de poder
regional y en sus propios Estados. Pero
doscientos años no se destruyen en una década. Se necesita afianzar un
trasvasamiento cultural que llevará tiempo, marchas y contra marchas -como la
que afecta a la región y a nuestro país en la actualidad-, siendo esta lucha la
madre de todas las batallas.
En
la actualidad, estaríamos en un proceso de formación o transición hacia una
nueva forma de Estado contradictoria aún y no definida. Una nueva trilogía se inicia
sobre la base de las relaciones presentes y según el desenlace del reciente
pasado.
Esta
prensada descripción de hechos históricos internacionales que afectaron el
desarrollo sustentable de América latina en general y de Argentina en
particular, es sólo un modo de explicación y una mirada subjetiva de los
acontecimientos históricos reales -como los son todas las explicaciones y todas
las visiones-. No existen fórmulas mágicas, modelos excluyentes ni verdades
fundamentales, objetivas e independientes en el mundo material.
Cada
modelo de desarrollo político, económico, social, cultural y educativo, tanto
nacional como internacional persigue una idea, una ideología y un interés
específico. Ninguno es beneficioso ni perjudicial en sí mismo. Su aplicación
depende de la idiosincrasia de cada sociedad y de sus necesidades. Pero sin
dudas, las diferencias estarán dadas en la mayor o menor inclusión social y en
la mayor o menor distribución del ingreso y de los recursos en cada sociedad.
La
región latinoamericana y Argentina como parte integrante de ella, en la
actualidad viven una instancia crucial y decisiva para la consolidación
definitiva de un desarrollo sustentable, con la generación de sus propias
políticas económicas y sus propios proyectos educativos y culturales.
Históricamente nunca antes los países de la región, con sus matices y
diferencias, han estado tan cerca de conformar una unión latinoamericana que
permita una inserción en el mundo más equitativa, con respeto a la diversidad
de sus culturas y con una distribución del ingreso más inclusiva en sus
sociedades. No será fácil, ni se plasmará en el corto plazo. Las resistencias
internas y externas están a la vista.
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