Aunque las causas para encarcelarla se multiplican por segundo, su caudal de legitimidad popular supera cualquier análisis sobre conducción política conocido en la teoría y en la práctica
Sin
lugar a dudas la noticia del inicio del segundo semestre no ha sido la
disminución de la inflación o la recuperación del país. Eso ya lo sabíamos
desde el inicio de la Ceocracia en la Argentina, el 10 de diciembre.
La
noticia del segundo semestre ha sido el regreso a Buenos Aires de Cristina
Fernández de Kirchner. Cristina, la Jefa, para quienes nos encuadramos en su
liderazgo político; la yegua, la corrupta, para quienes entienden que lidera
una asociación ilícita, que seríamos todos nosotros. Los del 49%.
Como
sucediera en abril de este año, ayer una multitud la recibió en Aeroparque y la
acompañó hasta su residencia en el barrio de Recoleta. Sin embrago, todas las
estimaciones calculan que en relación a abril se ha multiplicado o triplicado
la cantidad de personas que han querido estar con su presencia, para
manifestarle su apoyo. A pesar del mal tiempo, la lluvia constante y el frío
del invierno neoliberal.
Nuevamente
causas judiciales han requerido su presencia en la ciudad más endeudada del
país, aunque tenga el ingreso de PBI más alto de la Nación. Van por Ella…pero
Ella viene por nosotros. El capital simbólico y las consecuencias prácticas de
su presencia no han sido aún analizada por los medios de información (censura
silenciosa de por medio), pero también por una ausencia de análisis político de
lo que representa su figura como Mujer Líder del movimiento nacional y popular
más importante de los últimos veinte años (para no irme hasta la década del
’50) en nuestro país.
Es la
única ex Presidenta legitimada dos veces electoralmente, la única ex mandataria
que se retira de la primera magistratura dejando un país ordenado; sin deuda,
con justicia social, soberanía política e independencia económica en marcha; la
única figura política que mantiene un caudal de apoyo político popular, a pesar
de las falsas denuncias, los ataques personales, las denostaciones a su
patrimonio y a su familia; en definitiva, la única líder política en la
actualidad que en apenas horas de anunciado su arribo al reducto ceoliberal
conmueve las redes sociales, organiza y encuadra a quienes la apoyamos y
provoca un revuelo político que desajusta cualquier postura sobre la
importancia de su conducción.
Van por
Ella…pero viene por Nosotros. La Historia (la que se escribe con mayúscula)
sabrá ubicarla en los anales de las acciones concretas y las políticas públicas
que en apenas doce años y medio ha conseguido desarrollar, junto a Néstor
(¡cómo olvidarte!) en nuestro país y en consonancia con otros líderes de
Nuestra América. Nosotros tenemos que seguir formándonos políticamente bajo su
liderazgo, como lo vienen realizando ya varias generaciones que no han bajado
los brazos a pesar de la derrota electoral de fines del año pasado. Como nunca,
chicos, adolescentes, jóvenes y algunos que ya pintamos canas y/o peladas, han
comprendido que la l ucha por la mejora de las condiciones de las personas
vulnerables es continua y permanente; que la única lucha que se pierde es la
que se abandona. Esta vez, el trasvasamiento generacional no se ha cortado
abruptamente. La antorcha de la liberación ya ha sido entregada a más de dos
generaciones que generarán las ideas, las mujeres y los hombres que continuarán
entendiendo que la política es la única herramienta legítima para transformar
positiva y concretamente la vida de las personas.
Así
como el Amor vence al odio, la política a la anti-política, la legitimidad
popular a la legalidad corporativa y la organización vence al tiempo, Nosotros,
con Ella, seguiremos en la senda de las conquistas sociales. A pesar de las
bombas, de los fusilamientos, los compañeros muertos y los desaparecidos…no nos
han vencido.
Van por
Ella…pero aún no se dieron cuenta que estamos Nosotros.
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