Soy del
49. No de 1949, sino del 49% que vio renacer la esperanza y se sintió valorado
en sus derechos. Integro el colectivo social, pero no cobré ninguna asignación
universal por hijo; no fui parte de ningún plan social; no trabajé en el Estado
nacional (aunque chorreo grasa militante); no fui beneficiado con ningún plan
de ahorro para comprarme un auto, un terreno o una casa; no tengo madre, padre,
hijo, nieto o familiar detenido-desaparecido (pero profundamente siento que las
Madres, Abuelas, H.I.J.O.S. y Familiares son mi madre, mi abuela, mi hijo y mi
hermano); tengo estudios universitarios y de posgrado y no necesité de un plan
para terminar y continuar mis estudios.
Soy del
49% y cuando estuve desempleado, allá por el 2004, no me animé a llamar a
Néstor y por ahí perdí la oportunidad de conocerlo, discurrir sobre política y
emocionarme con “su” y “mi” querido Racing; no conozco de cerca a Cristina ni a
Máximo (pero me alegraría mucho, si tuviera la oportunidad, abrazarlos);
pertenezco al colectivo social que volvió a creer en la política, en los
derechos humanos como política de Estado, en las políticas públicas como herramienta
de igualación de derechos y oportunidades, en la inclusión social, la soberanía
política, la independencia económica y la justicia social; que además de creer
en los principios y convicciones que ingresaron y se quedaron por doce años en
la Casa del Pueblo, vio cómo se materializaron en la realidad.
Soy del
49% que no realizó ninguna campaña del miedo, sino que anticipó lo que podría
pasar y terminó pasando; que militó (y milita) con fervor cada día; que no
tiene armas escondidas en ninguna avenida y en ningún otro lado; que no gana un
centavo por hacer política; que se movilizó (y se moviliza) con el Pueblo y
nunca recibió un choripán y una coca.
Soy del
49 y somos muchos más. Menos que el 51, pero mucho más que aquél 22 del 2003.
Por eso soy del 49. Porque sigo militando con las mismas convicciones, mantengo
los mismos principios y tengo más de 30.000 pesadas y hermosas herencias de
vida que debo sostener por el legado que me dejaron. Porque entregaron la vida
por más vida y porque debo pasar la posta a los que vienen detrás de mí; que
son parte del 49, pero tienen 15, 20, 35.
Soy del
49 y ninguna ceocracia me va a callar; ningún ingeniero derribará los puentes
que hemos construido y ninguna justicia será mejor que la Justicia Social. Por
eso aguanto, resisto y me lleno de optimismo aunque el golpe del día a día me
desmorone ante el aumento de un nuevo indigente, pobre o desempleado.
Soy del
49 por aquéllos, por éstos, por los que vienen y ningún sanguchito me elevará
al 51. Porque hoy somos 2 menos, pero mañana seremos muchos más que 51…aunque
parezca matemáticamente imposible que siendo menos podamos ser más.
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